lunes, 10 de febrero de 2014

HISTORIA DEL MAGNETISMO
El magnetismo se conoce desde la Grecia antigua como la propiedad de ciertos minerales como la magnetita (llamada así pues se descubrió en la región griega llamada Magnesia) de atraer trozos de hierro. Son los imanes naturales.
Parece ser que fueron los chinos quienes usaron por primera vez los imanes como brújulas en el s.XII.
Petrus Peregrinus (Pierre de Maricourt), un cruzado francés, en 1269 encontró que si se deja una aguja libremente sobre un imán esférico, ésta se orientaba a lo largo de líneas que pasan por puntos situados en extremos opuestos de la esfera. Por analogía, establece los polos norte y sur del imán, y encuentra que el polo norte y el polo sur se atraen, que polos iguales se repelen, y que al fragmentar un trozo de magnetita, siguen apareciendo dos polos magnéticos.
En el s. XVI, William Gilbert (médico de la reina Isabel), fabricó imanes artificiales frotando trozos de hierro y de magnetita. También sugirió que el funcionamiento de las brújulas se debía a las propiedades magnéticas de la Tierra.
Hay algunos seres vivos que tienen imanes en su interior que funcionan a modo de brújulas. Es el llamado biomagnetismo. Parece ser que a este fenómeno se debe la capacidad de orientarse de las aves migratorias.
Algunas bacterias sintetizan de forma natural granos de magnetita (óxido de hierro, de fórmula Fe3O4 ) con un solo dominio, que se alinean y dan lugar a brújulas microscópicas, lo que les permite orientarse.
Se han encontrado cristales de magnetita dentro del cráneo de la paloma, conectados a gran cantidad de nervios. Gracias a ello, las palomas saben orientarse longitudinalmente al campo magnético, es decir norte-sur y este-oeste, y también según la latitud, es decir, según la inclinación de dicho campo. También se han hallado sustancias magnéticas en otros organismos como las abejas, mariposas monarca, los topos, las tortugas marinas e incluso en el tejido cerebral humano.
Una de las muchísimas aplicaciones de los campos magnéticos son las bandas magnéticas de las tarjetas de crédito, de teléfono… Éstas guardan la información a través de diminutos dominios magnéticos. El lector consta de una pequeña bobina en la que se induce una corriente eléctrica al paso de la tarjeta. Por ello, suele estropearse la tarjeta cuando ésta se acerca a intensos campos magnéticos.

En la antigüedad a la magnetita se le atribuían muchas propiedades. Se decía que curaba el reumatismo y la gota y que permitía hablar con los dioses. En el siglo XVI Paracelso intentó utilizar el magnetismo para curar enfermedades, aunque no logró nada. Todos sus supuestos éxitos se debieron al efecto placebo. Incluso hoy en día también se nos intentan vender pulseras magnéticas y otros artefactos como remedio para muchas dolencias, aunque no hay ninguna constancia científica de sus ventajas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario